El amor en su forma más pura, es aquel que fluye de forma natural,
genera un estado de felicidad y no está contaminado con malas intenciones o egoísmo,
es un amor dilecto. A veces dura hasta que dura y otras persiste una eternidad,
tiene su origen en las manos de Dios, porque estamos hechos por amor y para el
amor. Constituye la esencia de la vida y
como lo dijera la Madre
Teresa , “El
amor es un fruto que madura en todas las estaciones y se encuentra al alcance
de todas las manos”, por eso, todos hemos experimentado alguna vez, el placer
de sentirse amado, a través de las ramas de este amor, como son; el amor
propio, el amor dilecto, la amistad y el
amor romántico.
El
amor se desarrolla y crece en la familia, que tiene lugar por la unión entre
dos que se aman y de esa fusión nacen las semillas que germinan el amor, los
hijos; quienes tienen el doble papel de dar y recibir afecto. Los hijos consolidan el amor filial, son fuente
y caudal del amor puro, que trasciende de generación en generación. Ellos aprenden
a dar amor y enseñan una nueva forma de amar, aquella que se da sin razón,
lógica ni medida. Del sano intercambio
amoroso entre padres e hijos, de la habilidad de los progenitores para ser
modelo y a la vez moldear, va a depender en qué proporción ellos desarrollen la
capacidad innata de amar que los caracteriza.
Los brazos de los padres deben estar siempre abiertos para los hijos, es
su función enseñarlos a amarse, amar y a dejarse amar e inducirlos a aprender a
canalizar sus sentimientos y emociones idóneamente.
Amar es equivalente a amarse, el amor se da en la proporción
en que te amas a ti mismo, porque de lo que tienes, das. El beneficio del amor
propio se desarrolla a través del autoconocimiento de los defectos y virtudes.
Dedicar tiempo a conocerse, aceptarse y amarse, da al traste con amar al
prójimo, si no dedicas tiempo para ti, mucho menos lo harás por otros. Tener el control de tus sentimientos te da
una visión más clara de la realidad, te aleja de la dañina dependencia amorosa,
común en personas inseguras y de baja autoestima y te abre el horizonte para
ser una persona sana emocionalmente y por ende feliz.
El amor dilecto, es un amor desinteresado, incondicional y
puro, usualmente tiene lugar entre personas que no se eligieron entre sí, como
la familia, porque nadie puede quererte tanto como tus padres, ni tan
desinteresadamente, esto hace que ésta relación sea la más profunda y fértil que
pueda existir entre las personas. La familia es el lugar donde podemos ser auténticos y aprendemos a
querer a las personas con quienes vivimos, porque son las que más llegamos a
conocer. Este amor no es exclusivo de los familiares, puede trascender más allá
del ámbito familiar, se puede amar con dilección a personas que no son familia,
porque este es un amor blanco, sin intención erótica, se ama a cambio de nada y
esto se puede dar con cualquier persona, como un amigo; pero es poco común.
La amistad, es un intercambio gratuito de afecto entre las personas
que sí elegimos, la familia por elección, porque se pueden llegar a querer
tanto o más que a cualquier familiar. La
amistad puede cultivarse, pero no imponerse, muchas personas fracasan en las
relaciones sociales, por confundirla con la amistad y hay una marcada distancia
entre ambas. Nos relacionamos con los
compañeros de trabajo, vecinos, colegas, en fin, con quienes nos rodean, pero
la amistad es otra cosa, consiste en un trato cordial, abierto y no posesivo,
en el que hay un interés mutuo por los problemas, éxitos o sufrimientos del
amigo. Los amigos ponen la sal en
nuestra vida, son esas personas que no te juzgan, pero te dicen la verdad
aunque te duela. Es un tipo de relación que traspasa barreras como; la
distancia, credo religioso, status social, cultura, entre otras. Las mejores parejas son aquellas que aprenden
a ser amigos.
El amor romántico por
su parte, es un sentimiento de gran
estima, muy ligado a la pasión, que se da entre el hombre y la mujer. Se caracteriza por ser posesivo, pero en
realidad el amor debería ser como lo pidiera Tagore "Deja que mi amor te
rodee como la luz del sol, y que, aún así, te de libertad iluminada", se
debe evitar poner cercas a los sentimientos o encarcelar a quienes amamos, ya
que esto, más que iluminar el amor, puede llevarlo al ocaso. Un ejemplo de amor puro, es el caso de las
parejas de más de medio siglo, esas que encontraron en su convivir un nuevo
significado al amor y a través del tiempo solidificaron su relación y la
alejaron del más letal enemigo de pareja, la rutina. Aprendieron disfrutar el simplemente el hecho
de estar juntos, porque al final, estar juntos será lo único que puedan
disfrutar.
En conclusión el amor en su forma más pura, es conjugar
todos los tipos de amor entre sí, teniendo presente que el primer amor, el que
debe cultivarse y llevar a su máxima expresión, es el amor propio, es la forma
primigenia de los amores. Evita juzgar a
la gente, pues esto no deja espacio para amarlas, permítete ver a las personas
como realmente son y ámalas sin quererlas cambiar. Cultiva tus relaciones todos
los días, sé honesto, respeta y perdona, estos son pilares del amor y lo
mantiene en equilibrio. Trabaja el arte
de la escucha y afina la calidad de expresión. La comunicación emocional es la mejor vía para mantener una
convivencia armoniosa y sana en la familia y los amigos. Trata de buscar una pareja que te complemente,
no con tus mismos gustos, sino con tus mismos valores. Y recuerda que, “la relación perfecta consiste
en hablar como mejores amigos, tontear como niños, discutir como casados y
protegerse como hermanos” y sobre todo, deja que el amor fluya libremente, pon
amor en todo lo que hagas y verás cómo te podrá faltar cualquier cosa, pero nunca
amor y felicidad.
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